Espacio 0 presenta este mes de Octubre una exposición colectiva en la que reúne a 6 artistas de reconocido prestigio como Daniel Franca, Jorge Hernández, Ismael Lagares, Fran Mora, Víctor Pulido y Pedro Rodríguez Garrido en torno a un tema concreto: el de recrear una visión personal y actual de uno de los elementos insignes de nuestro paisaje y que por su belleza e importancia dentro del patrimonio histórico es uno de los lugares sin duda más visitados y reconocibles de nuestra ciudad.
El antiguo muelle embarcadero de mineral de la Compañía Minera Rio Tinto Company Limited situado sobre el Río Odiel, nuestra ría, recorta en el horizonte cada atardecer, creando una bella estampa. La compleja transición cromática que va desde el carmín al amarillo, pasando por los turquesas, queda reflejado en el rio interrupto por el contraluz de esa espléndida estructura, ya desmembrada. Hoy se convierte en el recuerdo de un pasado utilitario para cubrir otra nueva función: la de acoger al paseante, que, casi a modo de bautismo, se introduce en al agua para adquirir un nuevo punto de vista de la propia ciudad. Probablemente lo que nos evoca esta visión tan romántica sea que haya sido despojado de su uso original para quedar como un reducto de un pasado que nos recuerda nuestra relación comercial y nuestro legado inglés; e incluso yendo un poco más allá, nuestra relación con el mundo antiguo, tartésico, griego y romano.
El paisaje industrial siempre despide un halo de belleza; la mano del hombre que se impone férrea frente al paisaje, el ser humano frente a la naturaleza y donde la propia arquitectura nos recuerda que frente a lo orgánico, lo pequeño que realmente somos. El Arte y la Ingeniería se aúnan para constatar, en principio, nuestra capacidad de razonar, de evolucionar y de transformar lo que nos rodea en un equilibrio de convivencia.
El paisaje a modo de metáfora pasa a ser una extensión de lo que somos e incluso si vamos un paso más allá, de cómo nos perciben. Así pues, como ya ocurrió con los pintores románticos que se encargaron a través de sus bellas estampas de proyectar una visión de Andalucia bastante sesgada, como un lugar exótico con un bello patrimonio pero por otro lado folclórica, que vivía la vida de fiesta en fiesta y alejada de profundizar en un contexto cultural profundo que iba más allá de la palma y del bandolero, de la fiesta y del jolgorio. Un exotismo que proyectó una alargada sombra de cómo se nos percibía o incluso se nos percibe desde fuera.
El propio tema que hoy nos atañe también ha sido muchas veces representado, probablemente desde una visión superflua, sin ahondar en la verdadera esencia, más allá de la belleza de su propia imagen. Y al igual que las palmas no es el flamenco, el muelle del tinto no es sólo un bello atardecer, sino una profunda representación de lo que somos, de lo que hemos sido y de lo que seremos. Una ciudad que mira a su río como parte de su esencia y que no olvida de dónde viene y a dónde va.
Los artistas que participan en esta exposición abordan este tema desde ese punto de vista. Hay que agradecerles que cada obra ha sido realizada expresamente para esta exposición, con la plena confianza de que cada uno de ellos aportaría desde su propio lenguaje personal una visión comprometida con un enfoque contemporáneo y complejo más allá de la propia imagen. La importancia de estas obras reside no en la propia imagen de lo que representan si no en la complejidad de lo representado.
Animamos al visitante a que nos acompañe por esta exposición y que a través de la visión particular de cada artista descubra nuevas y personales representaciones de este bello paisaje.