La casa de Bernarda Alba, obra cumbre de la producción dramática de Federico García Lorca, llega a Huelva esta obra de teatro en un montaje dirigido por José Carlos Plaza, una de las figuras más destacadas de la escena española. Denominado como su último «drama rural», Lorca terminó de escribir su Bernarda el 10 de junio de 1936, con 32 años recién cumplidos y dos meses antes de ser asesinado.
El texto, uno de los más representados del poeta y dramaturgo granadino, es para algunos el más cercano a la tragedia griega dentro del teatro español del siglo XX. La obra se divide en tres actos: el velatorio del marido de Bernarda y la proclamación por ésta de ocho años de luto, periodo en el que sus cinco hijas permanecerán encerradas y sometidas al régimen tiránico de la madre; la tensión entre dos de las hermanas, Angustias y Adela, por el amor de Pepe el Romano en ese ambiente opresivo y, por último, el tercer acto presenta los momentos previos a la boda de Angustias con Pepe y cómo se desencadena la tragedia final.
La casa de Bernarda Alba, obra de teatro de la producción dramática de Federico García Lorca
Responsable también de la dramaturgia, Plaza, que ya dirigió la obra en los años 80, ha buscado la mejor lectura del texto desde la perspectiva actual, la del siglo XXI, y se pregunta de dónde viene ese poder establecido, esa autoridad inamovible a pesar del tiempo que mantiene a las mujeres en una posición de inferioridad en la sociedad. La respuesta, en su opinión, es que Lorca «habla de nuestros ancestros». Por eso la historia de Bernarda Alba y sus hijas, dice, «tiene sus raíces antes de su nacimiento; raíces profundas y perpetuadas por un origen muy lejano, ancestral, que se sustenta en el miedo».
Para él, esa causa antiquísima no conoce la comprensión, ni la compasión hacia los descendientes. «Como Saturno devora a sus hijos -argumenta-, Bernarda es devorada y devora sus deseos y los de sus hijas, y como consecuencia sus vidas». Ella teme que todo cambie y se desequilibre y por ello mantiene a fuego las normas con las que la educaron. Sus cinco hijas viven en un mundo inflexible y yerto, sojuzgadas por la dictadura materna que las anula. Sólo una se rebela, pero lo perderá todo.
Como toda obra “clásica” – y la de Lorca ya lo es aunque nacida en un pasado muy cercano, va creciendo día a día ofreciéndonos facetas diferentes al compás de los cambios de la sociedad. ¿Que dice a los espectadores de hoy este “drama de mujeres de los pueblos de España” pues incide en la posición de la mujer en la sociedad con sus techos de cristal, diferencias salariales y su indefensión física ante la violencia provenga de donde provenga (Bernarda ocupa sin ser consciente o siéndolo demasiado, el papel de la autoridad, del manejo del poder económico y la representación del orden establecido).
Y esa sería la mejor reflexión o lectura de la obra desde hoy, siglo XXI. ¿De dónde viene ese poder establecido que parece inamovible tenga el aspecto que tenga? Y creemos que Lorca habla de nuestros ancestros. La historia de Bernarda y sus hijas, como nuestra historia, tiene sus raíces antes de su nacimiento. Raíces profundas, retorcidas, de un origen lejanísimo y perpetuadas por quién sabe que oscuros intereses. Es un origen ancestral que se sustenta en el miedo. Bernarda teme que todo cambie y se cambio le haga perder su aparente e impuesta entidad, teme no saber que hacer con una auténtica esencia vital que la desequilibre y por eso mantiene a fuego las normas con las que la educaron.
Al igual podría decirse de sus cinco hijas, insertadas sin opción en un mundo inflexible y yerto pero cómodo, anestésico e inculto que las anula y por el que venden su libertad, salvo Adela y María Josefa … cuya acción de intentar realizarse es condenada con la muerte y la locura. Obra sobre los ancestros qué no conocen la compresión ni la compasión hacia aquel ser que han creado.
Como Saturno devora a sus hijos, Bernarda es devorada y devora sus deseos y los de sus hijas y como consecuencia sus vidas. ¿Pueden actualmente nuestros ancestros continuar devorándonos? ¿Sabemos reconocerlos, diferenciar aquellos que nos ayudan a crecer de los que nos destruyen? ¿Que precio tiene hoy la necesidad de esa ruptura? ¿Estaríamos dispuestos a pagarlo?
La Casa de Bernarda Alba
El día 18 de Junio de 2021 a las 21.00h
En el Gran Teatro
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