Los días 16 y 17 de marzo se celebrará la mítica Feria Medieval del Descubrimiento de Palos de la Frontera en su edición XXII, unas jornadas donde este 2024 el pueblo se tiñe de un ambiente tematizado desde los ciudadanos vestidos con armaduras y ropajes, mercadillo medieval, puestos de artesanía, comida, actuaciones, combates, actividades para niños, conciertos, espectáculos de fuego, concurso fotográfico…
Mercado medieval, instalado en todas las calles de la ciudad, animado con pasacalles, teatrillos, demostraciones de oficios artesanos, y música medieval.
Mercado medieval, instalado en todas las calles de la ciudad, animado con pasacalles, teatrillos, demostraciones de oficios artesanos, y música medieval.
Gran desfile de la llegada de los marineros del descubrimiento al puerto de Palos.
Pasacalles de antorchas y espectáculo de fuego.
Exhibiciones de cetrería, esgrima, lucha medieval y tiro con arco en el Parque de La Fontanilla.
Queimada popular y múltiples puestos de comida, donde el “lomito” (un montadito de lomo) y la paella son los reyes de la fiesta.
Para los más pequeños: talleres infantiles, un laberinto, rocódromo y descenso en tirolina.
Ven y sumérgete en la historia del Descubrimiento de América.
Con esta gran fiesta popular se recuerda el regreso al puerto de Palos de la carabela de Martín Alonso Pinzón, La Pinta, tras el 1º viaje a América en el año 1493.
Todo el pueblo participa de los actos: las calles se adornan con banderolas, la gente se viste con trajes medievales, y hay una grandísima animación.
Palos de la Frontera y el Descubrimiento
Palos de la Frontera es el lugar colombino por excelencia. En su Convento de la Rábida, Colón encontró hospitalidad, compresión y apoyo. Cuando su ánimo desafallecía, los franciscanos intercedieron por él en la Corte y le pusieron en contacto con los marinos palermos. Los frailes conocía bien la audacia y pericia de estos navegantes, devotos de Santa María de la Rábida, a la que ellos llamaban, reconociendo los favores recibidos, Virgen de los Milagros.
El 30 de abril de 1492, los Reyes ordenaron a la villa de Palos a servir a la Corona, durante dos meses, con dos carabelas aparejadas a su costa y que esas naves se pusieran al servicios de de Colón: era la Pragmática Sanción. La Corona reducía así los gastos de la expedición y vinculaba a ella a los bravos y expertos marinos de Palos, los más aptos, según creencia general de la época, para realizar una empresa de tal envergadura.
Cuando de 23 de mayo de 1492 se leyó a los vecinos de palos, convocados ante la Iglesia de San Jorge, la Real Provisión por la cual se les ordenaba entregar dos carabelas a Colón y partir con él en el viaje que iba a realizar por mandato de Sus Altezas, la villa acata la decisión real pero no la cumple. Los palermos no estaban dispuestos a embarcarse en tan gran aventura con un desconocido sin prestigio.
Esa era la situación cuando Martín Alonso Pinzón regresó de Roma de uno de sus habituales viajes comerciales. Pinzón era un hombre pudiente, diestro en el arte de navegar y de gran prestigio en la comarca. Su enorme experiencia náutica y audacia le proporcionaron buenos rendimientos en sus viajes de cabotaje, llegando a tener una holgada situación económica. En definitiva, Pinzón poseía los atributos de los que carecía Colón, presentándose, por tanto, como el complemento ideal del futuro Almirante para realizar la expedición.
Fueron los franciscanos de La Rábida los que pusieron en contacto al genovés con el marino palermo. También Pero Vázquez de la Frontera, viejo marino de la villa muy respetado por experiencia y amigo de Martín Alonso, influyó de manera importante para que Pinzón se decidiera a apoyar la empresa.
Cuando Pinzón decide incorporarse a la expedición, inicia una enérgica campaña de apoyo al viaje, animando a enrolarse a los más destacados marinos de la zona. Desechó los barcos embargados por Colón, contratando navíos más adecuados, y aportó de su hacienda medio millón de maravedíes, la tercera parte de los gastos en metálico de la empresa.