Discapacidad. Arte. Participación social. Inserción laboral. Éstas son algunas de las piezas fundamentales de un puzle que Danza Mobile se propuso armar en 1995 a través de un proyecto con el que crear un espacio en el que se uniesen el mundo de las artes y el de la discapacidad. Un trabajo común entre profesionales de ambos sectores con el que contribuir al proceso creativo, social y personal de las personas con discapacidad.
Un espacio en el que se uniesen el mundo del arte, la danza y el de la discapacidad
El camino no fue fácil, ya que en aquellos años la relación entre esos conceptos -arte y discapacidad- estaba distanciado en el ámbito institucional. Se produjo una situación extremadamente paradójica: desde los departamentos de Cultura automáticamente se derivaban las propuestas a Servicios Sociales, quienes, a su vez, devolvían la pelota al tejado de Cultura. La interacción de ambos mundos era un conjunto vacío, no formaba parte de sus competencias.
En Sevilla, un proyecto de estas características era caminar por terrenos no pisados. Sin embargo, desde el equipo de Danza Mobile se sabía que era posible; conocían trabajos en esa línea en otras ciudades, fuera y dentro de España y, por ello, se puso en marcha el primero de una larga lista de proyectos: la Escuela de Danza. Después vendría el Centro de Arte, la Compañía de Danza, los Festivales, colaboraciones con instituciones y profesionales de diversos ámbitos y un largo etcétera.